Solo un porcentaje inferior al 1% de los edificios en España puede considerarse completamente accesible. Esta situación, ya preocupante, empeora al considerar que el 63% de los bloques de viviendas no cuentan con una entrada adaptada desde la calle, y el 22% no dispone de ascensor, según datos del Consejo General de la Arquitectura Técnica de España (CGATE).
En paralelo a esta realidad, 4,3 millones de españoles viven con algún tipo de discapacidad, casi la mitad de ellos mayores de 65 años. El envejecimiento de la población, a la vez, aumenta la demanda de soluciones de movilidad, dentro y fuera de casa.
Por todo ello, lograr la accesibilidad universal y suprimir las barreras a la movilidad, tanto en los edificios y viviendas como en las mismas ciudades, ya no es solo un derecho, sino una necesidad urgente para garantizar la inclusión y la calidad de vida de todos los ciudadanos.
Barreras a la movilidad en la ciudad
La accesibilidad y la inclusión son derechos y principios recogidos en la misma Constitución Española. Sin embargo, la realidad en las ciudades españolas dista mucho de este ideal. Los obstáculos en aceras y espacios públicos siguen siendo comunes. Bordillos sin rebajar, calles mal pavimentadas o estrechas dificultan el tránsito de personas con movilidad reducida.
A estas carencias hay que sumar otras como la frecuente falta de rampas y ascensores en lugares, eso sí más en los privados que en los públicos. No obstante, muchos edificios históricos y estaciones de transporte carecen de alternativas a las escaleras. Y los hándicaps no acaban ahí: las puertas y pasillos estrechos en comercios y servicios públicos complican el acceso a personas en silla de ruedas. Por si fuera poco, la señalización mal diseñada o inexistente dificulta la orientación de personas con discapacidad visual.
Ante este panorama que puede parecer desolador, existen soluciones. Si bien es cierto que hay ciudades que ya han empezado a trabajar en ello de forma decidida, también es verdad que el ritmo de ejecución y renovación nunca es lo suficientemente rápido. De ahí de la necesidad de que los responsables municipales apuesten definitivamente por un diseño urbano inclusivo.
Elevar el número de aceras anchas con bordillos rebajados, pavimento táctil para invidentes y semáforos sonoros son medidas efectivas. Barcelona, por ejemplo, ha renovado gran parte de sus aceras con estos criterios, mejorando significativamente la movilidad urbana.
La instalación de rampas y plataformas elevadoras en edificios públicos también es una opción para acelerar esta accesibilidad universal en los espacios de todos. En Madrid, el metro ha equipado numerosas estaciones con ascensores y rampas mecánicas, facilitando el acceso a personas con movilidad reducida.
Barreras a la movilidad en el interior de los edificios
En los edificios y viviendas privadas también hay soluciones para mejorar la accesibilidad e integrar a las personas con movilidad reducida con facilidad. Sin embargo, los datos son realmente preocupantes, tal y como refleja el estudio "La accesibilidad de la nueva vivienda en España" al recoger que solo el 2% de los edificios construidos después de 2011 son universalmente accesibles. Esta cifra es preocupante considerando que la legislación ya exigía accesibilidad en las nuevas construcciones.
Entre las carencias más comunes, independientemente del año de construcción, destaca la ausencia de rampas en la entrada de los edificios. Más de la mitad de los nuevos edificios carecen de rampa. En cuanto al portero automático, el 31% es inaccesible para usuarios de sillas de ruedas y el 48% no dispone de videoportero. Las puertas de entrada presentan otro obstáculo: el 45% no se mantiene abierta ni se cierra lentamente, y el 35% son demasiado pesadas.
En el interior, las escaleras siguen siendo el principal impedimento. El 30% de las entradas tienen escalones o escaleras, el 54% carece de rampa y solo el 8% cuenta con elevadores eléctricos. Cuando hay rampas, a menudo carecen de barandillas a ambos lados (44%) o son excesivamente inclinadas (16%).
Soluciones para mejorar estos problemas en edificios
En este escenario, una de las soluciones más económicas y rápidas de ejecutar son los dispositivos salvaescaleras. Para adaptar cada situación, existen diferentes tipos de salvaescaleras; las sillas salvaescaleras, por ejemplo se adaptan a casi cualquier tipo de escalera y permiten a las personas con movilidad reducida acceder a diferentes niveles de forma segura y cómoda.
Las plataformas salvaescaleras son otra opción, especialmente útiles para usuarios de sillas de ruedas. Pueden instalarse tanto en interiores como en exteriores, adaptándose a diferentes tipos de escaleras. En la misma línea, los elevadores verticales son ideales cuando hay espacio suficiente. Funcionan como si fueran unos mini ascensores y pueden instalarse tanto en el interior como en el exterior de los edificios, ofreciendo una solución integral de accesibilidad.
Mejorar la autonomía y calidad de vida de las personas con movilidad reducida, permitir moverse libremente por su hogar y entorno, o facilitar la inclusión social al eliminar barreras físicas que aíslan a las personas en sus propias casas son solo algunos de los beneficios que tiene la accesibilidad y la eliminación de las barreras a la movilidad en la ciudad y en el interior de los edificios.
Las soluciones para conseguirlo existen. Ya sea desde un punto de vista de ciudad mediante el diseño urbano inclusivo o mediante la instalación de dispositivos como salvaescaleras, es hora de actuar. Si vives en un edificio con problemas de accesibilidad, propón en la próxima junta de vecinos la instalación de un salvaescaleras. Si eres responsable municipal, impulsa un plan de accesibilidad urbana.
Cada pequeña acción suma para crear ciudades y hogares donde todos puedan moverse con libertad y dignidad. La accesibilidad no es un lujo, es un derecho. Hagámoslo realidad.